Cuando llegué a Málaga una sensación de estar en casa me llenó. Estaba extrañada pues ni siguiera había veraneado en Málaga y era como si lo conocía. Mi amiga vino a recogerme al aeropuerto, que comparados con los aeropuertos de París u Holanda, éste era muy familiar. ¡Eso es! Si tuviera que decir una palabra al llegar, hubiera sido familiar. Todo era familiar. El aeropuerto estaba muy cerca de su casa. Al llegar dejamos las cosas y nos fuimos a comer fuera. Desde que llegué todo era fluido, no iba a pasar muchos días pero hasta me inscribí en un gimnasio para hacer alguna actividad juntas. Todo parecía tan fácil que no me lo podía creer. Esa es otra de las claves que te muestran tu camino de alma. Cuando sientes que todo es tan fácil que te sorprende; estás en el camino. Pasaron los días volando, me sentía con una vitalidad increíble y estaba conociendo a muchas personas nuevas que me hacían reír y sentirme querida. En París, no creo que no me quisieran, pero el ritmo de vida es tan acelerado, que es más complicado tener relaciones de calidad y momentos de sociabilidad con tanto trabajo. Me repito: en Málaga era fácil. Y por si mis sensaciones no eran pocas, estábamos en OCTUBRE EN MANGA CORTA. Eso para una friolera como yo de campeonato, hizo volar mi cabeza.
Un día antes de tener que marcharme, no podía conciliar el sueño, me desperté y me puse a mirar en la aerolínea que tenía contratado si podía cambiar mi vuelo. Como no lo había cogido con flexibilidad, no podía cambiarlo, pero en ese momento ya nada mi importaba, prefería perder el vuelo, si eso me permitía pasar algunos días más nutriéndome de estas sensaciones que hacía mucho tiempo que no sentía.
Cuando se despertó mi amiga, le conté mi plan: ¿Oye, te importaría si me quedo aquí contigo unos días más? Me siento tan bien que me gustaría quedarme algún día más, si te parece bien.
Mi amiga me miró y empezó a reírse. Al principio yo no sabía muy bien si eso era un sí o si era un no. Cuando comenzó a hablar me dijo: Irene, yo también te he visto que aquí estás muy bien y conozco cómo te sientes en París. Yo te propongo un plan: ¿por qué no vuelves a Paris, recoges tus cosas y te vienes a vivir aquí? 🤯 un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sentí cómo si me hubiera dicho una hoja de ruta que yo ya sabía que tenía que hacer. Mi corazón me decía HAZLO, mi mente me decía: déjate de líos, acabas de reformar tu apartamento y en realidad estás bien. ¡Aiiiiii! El hormigueo del salto que ya había sentido antes, la adrenalina y la ilusión comenzaron a apoderarse de mi. Fueron 24 horas intensas y el inicio de otra transformación en mi vida.
No perdí el vuelo, volví a París bajo la condición de que al abrir la puerta, lo que sintiera, así iba a accionar.
Llegué a Paris, abrí la puerta y …