La reforma estaba cogiendo forma. Le comenté a mis vecinos que se dedicaban también a las reformas que vinieran un día para comentarles las ideas que tenía y si ellos me daban alguna más. Lo primero que me dijeron era que las paredes que ya eran blancas, necesitaban volverse a pintar. No tenían muchas manchas pero darían un cambio a todo. Recuerdo que cuando se fueron, comencé a intentar calcular cuánta pintura necesitaría y sería a la hora que alguien timbró a mi puerta. Era mi vecino, me había traído un cubo inmenso de pintura blanca. – Ahora ya tienes pintura, necesitarás un rodillo y manos a la obra.
Ese mismo día me fui a una tienda de bricolage y compré todo lo necesario, incluso vi un papel para la pared precioso que también me lo traje (ya empezaba a maquinar a lo grande). Cuando llegué a casa de la emoción, no presté atención a la hora y me puse a pintar, pinté, pinté y pinté aún más, pinté tanto que hasta pinté el techo. PINTÉ TODO. Cuando terminé era de madrugada, ¿y sabes lo más gracioso? Que era octubre y tuve que dormir con las ventanas abiertas porque sino me iba a dar un colocón con el olor de pintura al dormir.
¡Qué bonito estaba quedando todo! El papel de pared lo puse en la pared de la cocina. Habían pintado antes de rojo y desde el principio ese color me transmitía mucha agresividad. Tuve que volver a ir a la tienda porque compré el papel, pero no el pegamento. Cosas de novata.
Una vez que tuve el apartamento arreglado comencé a observar que el mobiliario también había que cambiarlo. No tenía medios para bajar la cama y otras cosas al contenedor o llevarlo a un punto limpio; además que estaban en muy buen estado. Decidí que las pondría por un precio muy bueno en venta de segunda mano, para que se las llevasen y además me darían un poquito de dinero para comprar los nuevos.
¿Sabes lo que ocurrió? TODO ME LO QUITARON DE LAS MANOS. En menos de dos días, ya no tenía nada. Tanto que un día tuve que dormir en un colchón inflable porque no me dio tiempo a pedir el nuevo y que llegase. ¡Qué manera de fluir y qué velocidad estaba cogiendo el plan!
Cada vez que salía de casa y abría la puerta al volver, me sentía enamorada. ¡Qué apartamento más bonito! Era pequeñito, pero era mi creación.
Con toda la reforma, se pasó casi todo el mes de octubre. Una amiga de Málaga me dijo que si tenía algún plan para Halloween, y la verdad que no tenía pero lo que sí que me apetecía era una pequeña escapada. Me propuso irme unos días a Málaga para visitar con ella la ciudad y pasar unos días juntas. Me pareció un plan super guay; por lo que cogí y me fui a verla.