Con esa frase estuve soñando durante bastante tiempo: me han hecho un regalo. ¿Cómo me iban a hacer un regalo? ¿Ahora de dónde sacaría el dinero para pagar mi alquiler? ¿Cómo iba a poder seguir viviendo en una ciudad donde el coste del nivel de vida es elevado? Tenía algunos ahorros, por supuesto, yo siempre soy muy precavida pero, tampoco quería fundirlos todos sin tener ningún plan.

Durante varios días no sabía lo que hacer, le daba vueltas a la cabeza y más vueltas. Me dije, ok; no me apetece saltar tan rápido a otro colegio ni comenzar a mandar currículums a lo desesperado (en ese momento no lo sabía, pero si buscas trabajo con la energía de desesperación, no lo conseguirás). Como estaba hecha un lío, me fui de vacaciones a aclararme las ideas y sentía que las vacaciones me darían la claridad y sobre todo la dirección hacía dónde me tenía que dirigir.

Cuando volví de vacaciones a París, comenzó mi plan. Había decidido EMPRENDER. Comenzaría una actividad en mi casa de terapias alternativas, ayudando a las personas a mejorar su calidad de vida y sobre todo el estrés. Algo que en París sufrimos todos de manera constante. Para poder recibir a gente en casa primero tenía que arreglarlo un poquito. Nunca me había puesto a hacer una reforma yo en casa, pero ahora tenía tiempo y así me saldría más económico. Comencé a mirar ideas de decoración, ver videos tutoriales y consultar a mi familia (son bastante manitas) para que me guiasen sobre los mejores materiales.

¡¡La aventura comenzó!! Ahora sentía una energía de ilusión increíble. Me despertaba todos los días por la mañana visualizando como mi apartamento se transformaba, veía los colores blanco, turquesa, gris y podía sentirla muy real. ¡Qué ganas tenía cada día de ir avanzando! Me iba a dormir con una sonrisa.